Siempre pensé que los sentimientos eran una cosa, y las
emociones otra. Nada más allá de la realidad, pues en ambos casos se produce en
nosotros una sensación.
La diferencia radica en la manera en la que afloran. Los sentimientos surgirían como la
manifestación de lo que sentimos ante un estímulo externo (algo que vemos) o
interno (un recuerdo), mientras que las emociones lo harían dependiendo de cómo
reaccionemos a ese estímulo. No hay
sentimiento sin emoción.
Las emociones surgen de manera inconsciente, descontrolada,
casi sin darnos cuenta. En algunos casos serán de carácter positivo, como puede
ser: una carcajada, euforia, gratitud, etc .O pueden tener una cara negativa,
como puede ser: ira, orgullo, envidia, etc.
Las emociones son
algo transitorio, no permanente, que nos sacan de nuestro estado habitual y nos
empujan a la acción. Son energía que se mueve a través de nuestro cuerpo y que
sólo se estanca si la reprimimos. Las emociones por tanto, son
más intensas y duran menos tiempo que los sentimientos.
Hay unas emociones primarias, que son la base de nuestro universo emocional. Se dividen en cuatro grandes grupos:
La tristeza: sirve
para aceptar la pérdida de una persona, situación o
experiencia. Nos sirve para darnos
un tiempo, un espacio, para reflexionar. Si esta tristeza dura mucho tiempo pasa
a ser un sentimiento. Y entonces es cuándo tenemos que preocuparnos.
La alegría: sirve
para facilitar el
contacto con otra persona. Compartir y expresar hacia fuera.
El enfado: sirve para poner límites, separarnos del
otro. Decir hasta aquí. Nos sirve para identificar una molestia. Para
entrenarnos en la capacidad de decir NO. Fundamentalmente nos permite expresar
nuestras necesidades.
El miedo: sirve de protección, de prudencia
cuando hay un peligro real. ¿Qué pasa cuando no hay un peligro real? El
miedo nos puede paralizar e invadir de tal manera que no podamos hacer nuestras
cosas con normalidad. Por tanto, el miedo es adaptativo y nos protege
en función de la intensidad. Si me dejo dominar por el miedo, no voy a poder
hacer lo que me propongo. Voy a tener que aprender a gestionarlo.
Los sentimientos, por el contrario, surgen con pleno grado
de consciencia.Un sentimiento es la suma de una emoción y un
pensamiento.Se da cuando etiquetamos la emoción y emitimos un
juicio acerca de ella.
Tienen
una duración más larga tanto en nuestro cuerpo como en nuestra mente. Un sentimiento durará
tanto como nuestro consciente dedique tiempo a pensar en él.
Los sentimientos pueden ser positivos, como: el amor, la
felicidad, la compasión, el humor; o negativos, como: los celos, el sufrimiento o el dolor, el rencor.
Básicamente se clasifican en cuatro grupos:
Sensoriales: serían
los correspondientes a los estados corporales (placer, dolor).
Vitales: nacen
de la corporalidad (vitalidad).
Espirituales: sentimientos de tipo artístico, religioso,
etc.
Psíquicos: reactivos ante el mundo exterior.
Aprender a gestionar nuestras emociones va a ser fundamental
para que podamos llevar una vida equilibrada y feliz. Y detectarlas,
va a ser la clave. Así que la próxima vez que vayas a reaccionar a algo o alguien,
estate atento y revisa qué es lo que necesitas modular en tu cuerpo y mente.
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