No terminamos de ser conscientes, del inmenso poder que
tienen las palabras que salen de nuestra boca.
Muchos las sienten como una mera
herramienta de comunicación, un lenguaje como cualquier otro, sin reparar en
que todo lo que pensamos o deseamos, lo transformamos en acción desde el
mismo instante en que articulamos las palabras.
Y como hablamos de manera automática, en la mayoría de los
casos no medimos las palabras. Si supiéramos las consecuencias que tiene el
poder de la palabra, elegiríamos con mayor cuidado las cosas que vamos a decir
o comentar, y mucho más cuidaríamos de esas palabras, cuando se tratase de
conversar con alguien.
Cuanto más hablemos de desgracias, enfermedades, situaciones
desagradables y negativas, lo que estaremos haciendo será aumentar este tipo de
acontecimientos. De esta forma,
estaremos engrandeciéndolos y atraeremos más de lo mismo. Sin embargo, hablar
de cosas agradables, positivas y productivas, abrirá puertas de abundancia y
bendiciones.
Por eso recomiendo no ver las noticias, pues es un bombardeo
continuo de cosas negativas, que más tarde compartiremos con alguien en medio
de una conversación, y terminará por alienar nuestra naturaleza y convertirnos
en seres miedosos, tristes o angustiosos. Se puede estar informado de lo que
ocurre en el mundo, pero no de manera tan invasiva. Igualmente, aconsejo
apartarse de aquellas personas cuyas conversaciones solo aluden a temas
escabrosos, desfavorables o perjudiciales, porque conseguirán
invadirte con sus ensombrecidos puntos de vista.
Estar ocupado con cosas que nos gusten, como leer, pasear,
ir al cine, al campo o a la playa, nos elevará la vibración y nos conectará con
nuestro interior, hasta tal punto, que lo único de lo que querremos hablar será
de cosas animadas y constructivas que influirán de manera positiva en nuestra
manera de ver la vida.
Las palabras tienen el poder tanto de construir como de
destruir, así que elijamos la forma correcta de expresarnos, para que luego no
nos arrepintamos de las consecuencias de las mismas.
La forma en la que nos comunicamos depende en gran medida de
nuestras creencias y de la manera en la que hayamos sido educamos; esto dará
lugar a una actitud de respeto o de agresividad.
Por ello, hay que pararse primero a pensar qué es lo que
vamos a decir antes de disparar sin control las palabras, que luego se
convertirán en decretos y darán lugar a acciones.
La palabra tiene un inmenso poder, y según el uso que
hagamos de ella, crearemos unos resultados u otros.
No olvides que hay Magia en las palabras, así que aprende a
utilizarlas para que una vez que salgan de tu boca, creen un mundo maravilloso.
Repetir este mantra atraerá a tu vida todo aquello que quieras conseguir: YO PUEDO, YO SOY CAPAZ, YO ME LO MEREZCO.
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