lunes, 23 de marzo de 2020

LA PRÁCTICA DEL SILENCIO

Hay personas que creen que el silencio se practica cuando visitas una iglesia, un monasterio, o cualquier lugar de culto donde se requiere de ello. Pero el silencio verdadero solo se encuentra en tu interior, en la observación, en el acallamiento de tu mente. La práctica del silencio, debería ser un ejercicio diario.

Hay personas a las que les asusta estar en silencio, porque no están acostumbradas a estar con ellas mismas. Necesitan siempre estar rodeados de otras personas, de ruidos, de acción.

Experimentar el silencio y la calma, es la mejor herramienta para conectar contigo mismo. Esto te llevará a un mayor estado de energía, el cual te ayudará a estar más presente y disfrutar de las personas y las cosas que te rodean.

El silencio nos permite pasar más tiempo con nosotros mismos, nos permite crear espacio en nuestra mente para los pensamientos positivos y que nos podamos conectar mejor con nuestras emociones.  Nos permite bajar el ritmo, desacelerarnos y ver qué nos ocurre internamente, en lugar de estar reaccionando a estímulos externos. Nos ofrece la posibilidad de descansar del constante flujo de información que recibimos de la vida moderna.

A algunas personas les resulta inquietante estar en silencio, y están obligadas a estar conectadas a la televisión, radio, redes sociales, etc. Estas personas no saben callar ni sus palabras ni sus pensamientos. Tienen miedo de quedarse a solas con ellos mismos. Tienen miedo de escuchar su alma, su intuición. Y la información que se recibe de ambas (alma+intuición), es más fiable que la que nos llega a través de los medios de información.

Si tenemos que quedarnos en casa, situación en la que nos encontramos en estos momentos, busca una parte de la misma que sea tranquila donde puedas sentarte de 5 a 10 min sin interrupciones, y siéntate con la intención de disfrutar del silencio. Apaga los aparatos electrónicos y disfruta de ese momento.

También podemos practicar el silencio fregando los platos, planchando, o realizando cualquiera de las tareas domésticas. Incluso asomándonos por la ventana y observando.

Estamos en un buen momento, para estudiar qué tenemos que cambiar en nosotros mismos.


El secreto,  no es tener más tiempo sino más intención.



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