Toda mujer es bruja, independientemente de que lo sepa o no.
Una bruja es cíclica y poderosa, y puede curarse así misma y a quienes la rodean, en contacto con la naturaleza.
Comprar un caldero, hacer un par de rituales o manejar el Tarot, no te convierten en una bruja; como tampoco tener títulos o haber completado iniciaciones.
Lo que haces, no te define como una bruja, es la postura que adoptas en la vida lo que te convierte en bruja. Es tu esencia.
La práctica de cada bruja es profundamente personal. Algunas se identificarán con una religión como la wicca, otras preferirán la estructura de una tradición, y otras se decantarán por trabajar solas y crear su propia práctica, con los conocimientos adquiridos.
Yo, me encuentro entre las brujas del último grupo.
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