El arte del Kintsugi, es la práctica japonesa que repara
fracturas de cerámica con barniz de resina mezclado o espolvoreado con polvo de
oro, plata o platino. Es una filosofía que plantea que las roturas y
reparaciones forman parte de la historia de un objeto, y que por lo tanto,
deben mostrarse en lugar de ocultarse; y que debe hacerse para embellecer el
objeto. Pone de manifiesto que en ocasiones, los defectos son las más grandes
de las virtudes.
Se podría comparar con el ser humano, que a lo largo de su
vida, sufre heridas, grietas, fisuras y roturas que al convertirse en
cicatrices, le provoca un enfrentamiento con la vida. Entonces es cuando se
produce un proceso de sanación emocional que deja marcas, es el proceso de
cicatrización. Y al igual que con la técnica del kintsugi, el ser humano se
repara y continua su camino, habiendo experimentado una transformación. Y es
entonces cuando su función cambia y enseña a otras personas que el ser humano
es bello con sus imperfecciones y que no se tiene que avergonzar de ellas ni
esconderlas, sino mostrarse tal y como es, con toda su esencia, con total
naturalidad.
Cuando alguien se cae, se rompe o se hiere, hay que ayudarle
a levantarse y guiarle en su proceso de reparación, sin juzgarlo ni
señalarlo. Hay que hacerle entender que
su experiencia, su camino recorrido con sus luces y sus sombra, forma parte de
su historia, y que esa historia, embellece a la persona en la que se ha convertido.
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