lunes, 29 de junio de 2020

LA BELLEZA DE LAS CICATRICES



El arte del Kintsugi, es la práctica japonesa que repara fracturas de cerámica con barniz de resina mezclado o espolvoreado con polvo de oro, plata o platino. Es una filosofía que plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto, y que por lo tanto, deben mostrarse en lugar de ocultarse; y que debe hacerse para embellecer el objeto. Pone de manifiesto que en ocasiones, los defectos son las más grandes de las virtudes.

Se podría comparar con el ser humano, que a lo largo de su vida, sufre heridas, grietas, fisuras y roturas que al convertirse en cicatrices, le provoca un enfrentamiento con la vida. Entonces es cuando se produce un proceso de sanación emocional que deja marcas, es el proceso de cicatrización. Y al igual que con la técnica del kintsugi, el ser humano se repara y continua su camino, habiendo experimentado una transformación. Y es entonces cuando su función cambia y enseña a otras personas que el ser humano es bello con sus imperfecciones y que no se tiene que avergonzar de ellas ni esconderlas, sino mostrarse tal y como es, con toda su esencia, con total naturalidad. 

Cuando alguien se cae, se rompe o se hiere, hay que ayudarle a levantarse y guiarle en su proceso de reparación, sin juzgarlo ni señalarlo.  Hay que hacerle entender que su experiencia, su camino recorrido con sus luces y sus sombra, forma parte de su historia, y que esa historia, embellece a la persona en la que se ha convertido.




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